Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

miércoles, 29 de abril de 2015

Yo creo que no

Dos gallos de pelea, cada uno en un rincón, sin ganas de dar guerra. La sonrisa cansada, frente a un golpe que recorre el cuerpo como un eco. Dudas que juegan al ajedrez, en un tablero que poco se parece al de la cordura, donde los reyes matan a sus reinas y se hacen seppuku.

No sé adonde lleva todo, ni siquiera aparece nada claro. Quizá deba desandar los pasos equivocados. Quizá deba empezar a hacer algo antes de que suba la marea y me coja aquí, desprevenido. No hacer nada también es un acto, pero que no aporta ninguna cosa satisfactoria.
¿Se pueden borrar las marcas que dejamos en los muros arruinados?

Yo creo no.

lunes, 27 de abril de 2015

Rupturas y dejadez

A veces las personas somos algo que dejan para después, como el "ya lo haré mañana", una especie de futuro incierto, donde la palabra dada se vuelve pesada, un proyecto inacabado. Y es que sí, vamos a lo nuestro. Habrá quien no, claro, pero al final la marea te arrastra a eso.

Plantear una ruptura con lo que eres, es un proceso que requiere mucho tiempo, y una reflexión continua, no se hace de un día para otro. Esto suele hacerse de forma inconsciente, pero cuando se experimenta el cambio, es bastante complejo, y cuesta llegar de un punto a otro.

Y, seguramente, lo más difícil de todo, es iniciar uno mismo el cambio.

https://youtu.be/EjavWYBVugk

sábado, 25 de abril de 2015

Ya no más

El silencio hizo 
una brecha 
en el muro.

Al irse, ruidoso,
llenó el aire
de viejas palabras.

Huecas por dentro,
vistosas por fuera,
la risa burlona
en la sala central.

Ya no más, dije,
las cometas 
se enredan en los
alambres oxidados.

Ya no más, dije,
la guerra es tuya,
tuya la miseria,
tuya la victoria.

Me quedaré con
la gris apatía
del soldado.

Me quedaré con
las emociones 
que nunca existieron.

viernes, 24 de abril de 2015

Colorea el mundo

Sobre el fondo rojizo se distinguen las formas oscuras de los árboles, en un lugar donde las llamas que prenden los rastrojos se apagaron hace tiempo.

Una mochila con veinte piedras, sujetada en la espalda, imposible de quitar. Ella sabe que durante unos días, no se nota, pero a pesar del poco peso, a veces las piedras tiran de ella hacia abajo, cuando la energía sufre alguna oscilación negativa.

De vez en cuando musita alguna plegaria, una canción, cuya letra olvidó en la inmensidad de los problemas. Sabe que las únicas manos capaces de dibujar el camino son las suyas, y no las de algún Dios mudo escondido en la hipocresía del lobo. Y eso le alegra. Porque en las paredes en blanco puede levantar los intentos fallidos con sonrisas de colores.

Alguien se llevó el mes de Abril y dejó aquí una obra de arte inacabada, una ilusión, y un poema desconfigurado.


La hilera blanca
de tu rostro
desgarró la piel
de las sombras.

Sangre roja, azul,
qué más da,
qué más da,
si ya me has pintado.

Tus ojos hacen juego
con mi cabeza,
negro amargo,
penumbra dulce.

No debes abrir esta
caja sin sorpresa,
donde nadie nunca
supo conocer nada.

Coge mejor el día,
y sobre tu caballete
coloca tu bella curva
y colorea el mundo de ti.
 

Feliz cumpleaños, María Sancambro :)

jueves, 23 de abril de 2015

Día del libro

He crecido con los libros. Ya desde pequeño me gustaban, y aún recuerdo historias de "El barco de vapor", una colección de libros rojos que podías conseguir con El círculo de lectores. Si bien es cierto que yo, exceptuando esta etapa de mi vida, nunca he tenido muchos libros. La mayoría los he descubierto en la biblioteca municipal, y, también, en la del colegio.

Puedo decir que una de las actividades a la que más tiempo le he dedicado ha sido a leer, aunque es verdad que no he tenido mucho interés en los llamados "clásicos", más que nada porque no tuve ninguna orientación en ese ámbito, y estos suelen ser de portadas sobrias (al menos allí, en la biblioteca), cosa que, como entenderán, a un adolescente o a un niño, no les atraerá demasiado.

La razón por la que escribo esto no es otra que la de darle las gracias a aquel niño pequeño, que, al igual que hoy, tenía esa pasión por la lectura, aún cuando todo lo que le rodeaba ejercía otra misión en el mundo, y no compartía ese hobby. Numerosas fueron las veces en las que me encontraba solo, viviendo en el libro, y ajeno al balón, que, a pesar de practicar deporte, no tenía el mismo interés por él que el resto.

Cierto es que eso me ha valido en muchas ocasiones de ser tildado como una persona extraña, recluida, pero nunca me he sentido solo. Ese vacío que existía (y aún existe en parte) en la sociedad que nunca supo aceptar lo diferente con respeto, lo llenaron los libros, y lo que en ellos había.

Me he perdido muchas cosas, estoy seguro, porque mirando con perspectiva, mi vida en su conjunto no ha sido, ni es, en gran medida, como la de los demás. Y no importa. Porque sé que ellos también se han perdido algo.

Las vidas que se quedaron encerradas en el papel y la tinta.

https://youtu.be/NqWcpEZ3GY0

 

miércoles, 22 de abril de 2015

Piezas

Hasta que no se descomponen todas las piezas que se han ido formando en este puzzle pintoresco, no se puede volver a formar nada. Perdí mi camino entre las flautas de la alegría y me olvidé de la mano que apresa la garganta, hasta que fue tarde.

No se preocupe si no puede hacer que todas las partes encajen, formando un único escenario en el horizonte. Son necesarias las piezas solitarias, imposibles de encajar, y que aparentemente no nos sirven. Son necesarias porque en algún momento serán un resorte que una las próximas que iremos encontrando. Y, si aún así se vuelven inútiles, es preciso recordar que forman parte de lo que conoces, y permanecerán ahí, a pesar de todo.

No lo verás nunca terminado, incluso si vas completando las esquinas y diversas partes centrales. La razón de esto es que los secretos existen, y las aristas y cavidades no siempre son lo que aparentan, volubles ellas en el tiempo, desconfigurando la apariencia de orden. No pasa nada. Tú también eres una de esas piezas, aunque seas la mano que mueve el resto, a pesar de que habrá algunas que nunca podrás cambiar de lugar, esto son, figuras poderosas que influyen en tu vida de una forma en la que tú no podrás solo.

No pasa nada. Elige bien qué piezas poner y quitar, y cuáles de ellas cambiar de lugar. Y, sobre todo, dale forma a la tuya, porque, obviamente, tú también deberás entrar en ese enorme tablero.

lunes, 20 de abril de 2015

Las fronteras se resquebrajan

Voces aisladas en un mar de plástico que retumban a través de la memoria. Los circuitos no son fiables pero sí certeros, y la aparente desconexión no es tal cuando todo se relaciona a través del mundo.

Se rompe una barrera, la visual, aunque la física se acentúa más y más. No sabría decir si es un problema, pero es evidente que ese poder terminará por inundarlo todo, tan inmenso como es, y pasará a formar parte del día a día.

Lo que sí es cierto es que los ojos que te observan pueden estar al otro lado del atlántico, en Colombia, sin necesidad de moverse del sitio. Una red enorme que lo cohesiona todo sin mover nada. Habrá quien reniegue de eso, y reclame para sí que lo lógico es la comunicación física.

No obstante, menos es nada, y este fenómeno que traspasa miles de kilómetros, quieras que no, une de alguna manera a gente que, en otras circunstancias, ni siquiera se preguntarían qué hay más allá, no ya del propio país, sino de la misma ciudad.

viernes, 17 de abril de 2015

Arriba

Una mirada al horizonte, donde las paredes de los edificios tapan la vista. Un lugar donde las utopías nunca se terminarán, abnegado el presente en una ola de confusión, donde los términos se usan al antojo y pierden su valor original.

Y allí, al fondo de los suburbios, una mano altruista parece querer romper con los moldes predeterminados, la presencia de una hebra de luz sobre un suelo oscuro como el carbón que lo construyó.

No es a la soledad a quien debes temer, no, pues es un ser que, aunque sus besos sepan amargos, únicamente es un ente neutral. Un abrazo ausente, una caricia imaginaria. No esperes más. No asesina como la mentira, esa aliada de lo social.

Y me quedo aquí, observando, huyendo, y levantando castillos frente a todo lo que se acerca. No es maldad, ni siquiera indiferencia, es la mano que siembra lo mismo que ha recogido.

Es la mano de fuego que ya se ha congelado. Un último suspiro, y la certeza de que solo vendrán los que quieran asaltar las murallas.

Para Melissa.


Palabras clave: Utopía, altruismo y soledad


miércoles, 15 de abril de 2015

La armadura

Siempre fuiste una armadura hueca. Unas manos inexistentes sujetaban un hacha enorme, y con ella partías en dos todo aquello que hubiese por delante de tu camino y que te disgustaba. No importaba la resistencia. Lo que está vacío no puede destruirse. Lo máximo que se conseguía era un sonoro ruido ante las piezas de metal desperdigadas por el suelo.

Uno podría pensar que ese sonido no era otra cosa que la victoria, pero realmente era una falsa visión, donde hubo aire, más aire vendrá a ocupar su lugar. Ser de carne y hueso es una tara, y estar lleno de sangre, hace que todo pueda ser expulsado más rápido de adentro.

Por supuesto que no se puede vencer así a la armadura. Claro que, tampoco podemos volvernos como ella. La única manera es, hacerse con las piezas. Antes de que el hacha vuelva a caer frente a nuestra cara.


lunes, 13 de abril de 2015

Sal

De nada sirvió darle la mano al silencio que tú misma me diste. Resignado, las estrechamos, como dos educados enemigos que no tienen más remedio que convivir juntos. Asentí con la cabeza, y, con un saludo, me marché. Él se vino conmigo, claro, ¿con quién iba a marcharse entonces?

Y, justo cuando ya nos llevamos bien, hasta el punto de olvidar las viejas rencillas, apareces tú de la mano del caos, y me apartas de mi compañero. Quizá entendí alguna de las palabras que dijiste, no lo sé. Fue extraño. ¿Qué sentido tiene aparecer ahora?

Ya enterraste en una fosa a medio hacer todas las palabras que pude formar para alejar al silencio, y tú te encargaste de dar la orden que abrió fuego. Entonces, ¿qué haces aquí ahora? Llevas en tu mejilla la sangre de los vencidos, donde el carmín se vuelve pálido, y tu sonrisa recrea monstruos ya desaparecidos.

Lárgate, márchate. No está bien dispararme en la pierna para luego salir corriendo y pedir que te siga. No le veo la lógica.

La sal no es lo mejor para las heridas, deberías saberlo.

domingo, 12 de abril de 2015

Locura

El odio es un chute de energía que inyecta en sangre los ojos, y bloquea cualquier cosa que se pueda pensar. Igual que un borracho, el que vive con el odio, está incapacitado para reflexionar. Solo lo mueve un afán de destrucción hacia lo odiado, y en ese camino, no importará morir matando.

Así pensaba Martín, sentado en la ribera del río, mientras observaba las tranquilas aguas que de vez en cuando arrastraban basura. A él se le hacía raro eso de odiar a alguien, aunque intentaba comprenderlo.

Todo su ser emanaba amor. Hacia la naturaleza, por eso se sentía triste al ver pasar ante su mirada una bolsa de plástico o una compresa. Hacia las personas, por eso aguantaba hasta al macarra que se metía con él todos los días, ya que la forma más intensa de la ignorancia es el uso de la fuerza contra el más débil, lo compadecía, y le dejaba hacer.

También amaba la inculturalidad que apresaba a la gente que veía, pues cada uno es dueño de sus actos, y esos pasos los habían tomado ellos, a costa de un pensamiento crítico. Y, por supuesto, amaba la soledad a la que le habían relegado por ser distinto, pues todos eligen a las personas con las que andar en la vida, y respetaba que él no fuese una de ellas.

Lo que Martín no sabía, era que, su forma de pensar, era, sin duda la de un loco. Por sus venas corría la locura a todo tren, y, al igual que el odio, ejercía sobre él esa particular característica de impedir otro pensamiento ajeno.
No respiraba la locura por sus hechos, sino porque por su cabeza pasó el férreo convencimiento de que las cosas están bien así, y hay que amarlas y respetarlas tal y como son.

Martín, a pesar de encontrarse en medio de aquella incertidumbre, alejado de todo y de todos, no quería esforzarse por cambiar nada. Era igual que el río en el que depositaban la basura. El río tiene excusa porque no es un ente pensante, pero Martín no. Él aceptaba todo tal y como venía.

Y eso, eso sí que es una locura.


Para Mary


Palabras clave: Amor, odio, locura.

sábado, 11 de abril de 2015

Una tarde más

Las finas ramas amarillas de un olivo se deslizan por mi garganta. En la lejanía, suenan las campanas del olvido, mientras un muchacho intenta recomponer las piezas de un extenso puzzle humano. Danza gris en el cielo, ante la humedad que vuela llevándose la abrasadora presencia de la sequía.

Sobre el cuadrilátero del mundo, un montón de obstaculos que cubren de negro el azul del mar, suave con las olas, creando curvas. Las murallas de papel se alzan, sobre llanuras inmensas, áridas, igual que lo que tratan de proteger:

Una mente en blanco.

jueves, 9 de abril de 2015

Textoteca El árbol de Danfi

Me gustaría vuestra ayuda para poder ser seleccionado en el Primer Certamen Literario Internacional “Musas de Primavera” que organiza "El árbol de Danfi". Os podéis meter aquí http://www.latextoteca.com/musasdeprimavera y puntuar los textos, el mío se titula "La fiesta de la primavera". Gracias a los que quieran ayudar y difundir.

miércoles, 8 de abril de 2015

Sueños dirigidos

Decía Borges que la literatura no es otra cosa que un sueño dirigido, pero puede ser muchas cosas más. Una extensión de nosotros mismos, un brazo, una pierna. Quizá algo más importante.

Uno puede jugar, y hacer partícipe del juego a los demás. Jugadores desconocidos, personas que lanzan apuestas, pero que realmente no sabrán de verdad qué se esconde tras la piel de ese miembro más del cuerpo.

Ni siquiera nos llegamos a comprender a nosotros mismos. Dudo que en algún momento podamos llegar a conocer los entresijos que esconde la mente. Es curioso, sobre todo, eso de cambiar sin darse cuenta. Entonces, miras hacia atrás, y te percatas. Habrá cosas que no se notan, claro. Aunque eso no quita que sea asombroso.

Existe también otra proyección, pero que es mucho más compleja, y ahí entraría el mundo de los sueños. Los de verdad. Esos que salen cuando duermes. Las cosas que aparecen ahí tienen de algún modo conexión con nosotros. Hasta la más extraña. Pero, ¿qué significan realmente? Porque las visiones no suelen ser lógicas, y no existen leyes de ningún tipo ahí dentro.

Incluso uno puede darse cuenta de que está soñando y vivir dentro del sueño. Y tener consciencia. Y hacer cosas como si estuvieras despierto, cuando sabes que no es así. Es, sencillamente, magnífico.

¿Puede alguien realmente explicar lo que ocurre aquí dentro? Yo diría que no.

lunes, 6 de abril de 2015

¿Por qué seguir?

Hace tiempo que esto se convirtió un monólogo, donde las palabras se perdían igual que ondas en el agua. Las sillas vacías, ¿por qué seguir? Hablo de cosas que nadie entiende, cosas que no pueden ser apenas arañadas por la dureza de su coraza. Todos vemos lo mismo, pero de forma distinta.

Solo se escucha el aplauso que doy cuando hago una pausa entre acto y acto. Un triste plas, plas, que resuena por toda la sala, donde antes se sentaban un par de personas ante la curiosidad del esperpento que estaban a punto de ver.

¿Por qué seguir? La boca seca, las ganas, muertas. Nadie actuando conmigo. Nadie en el escenario, escuchando la voz que sale de mis labios, distorsionada, retumbante, igual que un loco con un amigo imaginario, solo que yo sé que no hay nada ahí.

¿Por qué seguir? Espera, no me lo digas. Porque si no sigo yo, ninguna persona más lo hará. Lo sé. No caminarán tus pasos. No respirarán la misma atmósfera viciada. No recibirán las mismas puñaladas, ni tendrán las mismas cicatrices.

Hay que seguir. Porque aunque estas palabras se pierdan entre un público que nunca ha existido, y el olvido las atrape nada más nacer, tienen una razón de ser.

La de seguir creciendo.

sábado, 4 de abril de 2015

En la carretera

Todo vuelve a su cauce, a pesar de la monotonía de los días, donde los sueños se disfrazan de rutina, y el horizonte aparece pintado de gris.

Un descenso a lo más alto de la melancolía, donde solo una distracción esporádica ejerce un papel de contención. No se han apagado las luces de la carretera, pues realmente nunca las hubo, y las piernas no pueden seguir corriendo cuando ya se han acostumbrado a la sedentarización.

Me sentaré ahí, al borde de la calzada, y esperaré a que pase algún coche que quiera recogerme, pero lo dudo. No hay ojos que puedan posarse en mí, no sin apartar la vista, pues la aureola del miedo rodea la esperanza que se disipa, y la pasividad del desconocido domina el techo del mundo.

Ya descansarán los pies.


miércoles, 1 de abril de 2015

El asesinato

Aquel día la ciudad parecía dormir por completo. Eran las cuatro de la mañana, y el único movimiento era el de los semáforos que marcaban el paso del inexistente tranvía. Se podía pasar por la carretera sin temor alguno, aún con el peatón de color rojo mirándote con enfado.

Es como si me estuviesen dando una llave con la que abrir el alma de esas calles, donde las luces hacían de las sombras todo un imperio que controlaban cada rincón. Fue entonces cuando lo vi. Allí, tumbado en el suelo, había un hombre. Borbotones de sangre por la boca, las manos en el tórax, aguantando a duras penas la marea roja que inundaba el asfalto.

Me quedé allí, paralizado, sin saber qué hacer. Decidí entonces acercarme, aguantando las ganas de vomitar, y soportando el olor que desprendía.

- ¿Qué ha pasado? ¿Quién le ha hecho esto? - Acerté a preguntar.

Su voz, apenas audible, acertó a decir tres palabras. Solo tres.

- Ya es... está aquí.
- ¿Quién está aquí? ¿Señor?

Demasiado tarde ya. Ya no respiraba. Le puse un pequeño espejo que llevaba conmigo en la cara, y nada. No quise tocar el cuerpo por razones obvias. De nada servía llamar a la ambulancia, así que fuí a una cabina pública y dejé recado de aquello. Yo no debía ser visto. No debía ser interrogado.

Con paso ligero me marché de allí, con el ruido de mis pisadas haciéndose ensordecedor. Es increíble lo que puede llegar a agudizarse el oído cuando lo que te rodea es un silencio mortal. Estaba alerta, ante cualquier movimiento que pudiese pertubar la aparente calma.

Fue ahí cuando apareció. Iba andando, tranquilo, un traseúnte despreocupado, que no llamaría la atención si no fuese la hora que era, y si no hubiese un cadáver dos calles más arriba. No podía ver bien su rostro. ¿Sabéis esa sensación que produce el alcohol en exceso que te difuculta la visión? Bueno, pues a mí no me hace falta probar ni gota. Quitándome las gafas ya me pasa. Y yo en ese momento no las llevaba. Se me cayeron en algún momento, y no sé cuando.

Eso explica que solo viese una sonrisa esbozándose en la lejanía. Eso justifica que saliese por patas, subiendo unas escaleras que habían cerca y que atajaban a un parque que quedaba más arriba. Pero era inútil. No escuchaba más pisadas que las mías. Ningún jadeo más que el que producía mi boca. El sudor, frío, a pesar de lo calurosa que era la noche, contrastaba con lo abrasados que sentía los pies.

Me giré un momento, y allí estaba esa persona. Siguiéndome el paso de forma perfecta. Se mantenía a la distancia suficiente como para darme esperanzas de huir, pero al mismo tiempo, la necesaria para atraparme si él quisiera.

- No tiene sentido que corras. No podrás huir. Solo he venido a devolverte algo.

Me detuve, curioso y escéptico a la vez. Preparado para defenderme como fuese necesario si la situación lo requería.

Se acercó, y, a pocos pasos de mí, me entregó un paquetito. Lo abrí allí, mientras el chico, sin dejar de sonreir, me miraba, expectante.

Dentro del paquete había, para mi sorpresa y asco, un cuchillo ensangrentado, y mis gafas, algo estropeadas y manchadas de sangre.

- ¿Por qué...? ¿Por qué me das esto a mí?
- ¿Cómo que por qué? Es tuyo. Te lo dejaste allí. - Respondió el chico, divertido.
- No lo entiendo. Yo cuando llegué ya había sucedido todo.
- Pues claro que sí. Lo que no sé es por qué volviste sobre tus pasos. Eso fue imprudente.
- Pero... El hombre dijo que "ya estaba aquí", refiriéndose a alguien.
- ¿Y qué esperas de una persona que va a morir? Se refería a su muerte. Que ya había llegado.
- No puede ser... ¿Quién eres tú?
- Me contrataste por si sucedía algo mientras realizabas el trabajo. Ya me imagino por qué. No pareces recordar bien las cosas, ¿eh? Anda, vámonos a deshacernos de eso antes de que la policía nos vea.


Para Andrea.


Palabras clave: Traseúnte, escalera, y suelo.