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domingo, 27 de agosto de 2017

Todo eso te amo

Si eres un buen soldado sabrás que hay guerras que no se pueden ganar. Reconocerás las derrotas aunque vengan bajo la palabra del armisticio. Verás que existen enemigos complicados de neutralizar. El tiempo, el espacio. Te quedará claro que las letras pueden asfixiar, a la vez que no logran encender chispa alguna. Es posible que te canses de perder, de no lograr nunca ningún objetivo, pero tranquilo, la vida no es una Blitzkrieg. Existe un rayo de esperanza. Hay que seguir de pie. En las trincheras del dolor no gana nadie.

Mundos que se abrían de repente desaparecerán, y sueños que se acariciaban seguirán siendo quimeras e ilusiones. Deja de buscar el día perfecto, no llegará. Deja de lamentarte, no hay lágrima que cambie el resultado. Siempre habrán otros que te superen con la connivencia de las circunstancias. El esfuerzo no decide nada, sólo la oportunidad. Sí, la pasión es una mano que llega a ahogar, y las emociones que no se sienten cuesta entenderlas. Lo que para alguien es una brisa para otra persona es un huracán que asesina.

He llegado hasta aquí, me han llevado a sitios que no creí visitar, y estoy paseando por otros que esperaba no volver a ver. Así es la felicidad. Un carrusel que sube y baja, una mano que se acerca y luego se aleja. Vi pasar las estrellas fugaces, los años voraces, y cuanto más tenía más quería. Una bestia sin fondo, sin fin, una línea recta que nunca acaba. Todo eso cambiará. Se desbordó el río y se acabó el mar. Lucharé por conservar la belleza que todavía pervive, las pepitas de oro que hay entre la sal y la lluvia.

He visto el precipicio, y no tiene fondo. He visto la pena y no tiene límite. He visto lo imposible tornarse posible unos segundos. Y no quiero nada de eso. Que me corten las alas, que la tinta deje de correr libre y que las emociones se encarcelen en cajas de las que nunca debieron salir. Lo que sea, menos el vacío que deja tu ausencia eterna. Perder la mitad de lo que soy es mejor recompensa que darle mi cuerpo a los leones del Olvido.

Este maremágnum no se acaba aquí, pero se retiene, sobre presas que podrían soportar el agua del universo, no así lo que soy. Dejaré la flecha sin arco, me pondré la sombra, te abrazaré y le daré la espalda a la nada. Pondré cortafuegos a la llama que por este bosque infinito se extiende.

Necesito que seas tú, sin cadenas ni presiones, sin pesos ni obligaciones. No quiero nada que no desees entregar con gusto, ni risas forzadas, ni palabras obligadas. No quiero triunfar. No quiero mi gloria por encima de tus deseos. No quiero un beso que sepa a deuda. No quiero lastrar nada en tu vida. Nadie debería querer realizar acciones así.

Lo que sí quiero, y necesito, es que sigas aquí, a mi lado, aunque nunca lo hayas estado realmente. Esa es mi lucha. No importa qué, ni quién. Siempre has sido el viento, y es lo que debes seguir siendo. Y si alguna vez debo dejar el camino para que eso siga siendo posible, así lo haré. Aunque ese día se estrellen los astros y se apague el sol.

Todo eso te amo.


https://youtu.be/9Z-WQIrDAMQ


   

sábado, 26 de agosto de 2017

Conocer, desconocer

Tú, que ya has conocido
el paraíso perdido,
sabrás que existen
senderos sin rumbo,
incógnitas extrañas.

Sé que nadie te dijo
que guardabas un cuchillo,
que derramarías sangre, y
que después serías
señalado con el dedo.

No te preocupes,
hacemos cosas a ciegas,
tachamos frases invisibles
y perdemos la alegría
en el fondo del río.

Tú, que ya has conocido
el sabor imposible,
sabrás que la amargura
también agita el cuerpo,
la incertidumbre del inútil.

Sé que miro un círculo,
en algún momento volveré,
y tú también, rabia absurda,
que muerde y suspira,
que cercena y confunde.

No te preocupes,
la eternidad es mentira,
el bienestar y el asco
se dan la mano con gusto,
y perfecto es sólo una palabra.

Tú, que ya has conocido
aquello de lo que hablo,
sabrás que somos ignorancia,
una flecha que apunta,
una coraza que esquiva.

Sé que otros no sabrán nada
de mis palabras, y vagarán
errantes por el filo que asoma,
que se esconde lejano,
que enseña sin mostrar.

No te preocupes,
los cristales se arrancan
y las sonrisas se cosen,
haz otra puerta y
olvida el mal día.

Oda a la vagancia

Los platos apilados,
la mugre danzante,
las cosas sin hacer,
y el perro jugando.

El suelo sucio,
la cama revuelta,
ni he visto la ducha,
y el perro comiendo.

El polvo extendiéndose,
el suelo pegajoso,
la ropa tirada por doquier,
y el perro paseando.

La libreta vacía,
las intenciones aparcadas,
el plumero olvidado,
y el perro ronroneando.

La mesa con desperdicios,
litros vacíos y colillas,
el olor que resucita gritando,
y el perro durmiendo.

¡Yo también quiero ser un perro!

viernes, 25 de agosto de 2017

La línea

La copa se posa sobre los labios, y el tintineo de una lluvia que no cae sacude el alféizar de la ventana. Un hombre mira su periódico, sin saber que lo que lee ya sucedió años atras. Se escucha el piar de unos pájaros que no existen, y un sol que está apagado alumbra el salón.

Una línea dibujada en el suelo se divide, y aparecen dos letras, revelar cuáles sería inútil. El color rojo empapa ligeramente al otro color, desconocido y buscado, por manos que jamás lo tocarán. Ha pasado tiempo desde que llegué a esta casa. Vine sólo para tomarme un poco de Marina y largarme, como siempre he hecho. No lo conseguí. De alguna manera, el trazo misterioso del suelo, llamaba mi atención.

Decidí volver a diario a esta casa que en realidad nunca he pisado, y cuyas paredes desconozco. Recuerdo preguntarme a mí mismo, ¿por qué este lugar? Ni siquiera hoy conozco la respuesta, pero sí unas pinceladas de lo que me atrapa. Pasaban los días y, junto a esa línea sin color definible, apareció otra, roja, como antes mencioné. Por alguna razón, ambas se tocaban, pequeñas motitas aparecían en el camino, y, no obstante, parecían destinadas a no cruzarse jamás.

No piensen que me dediqué a estar sentado en aquella habitación. Cogía mi libreta y me ponía a contar lo que aquella forma del suelo me hacía sentir cuando la miraba, y muchas veces se lo hacía saber, leyéndole en voz alta lo que tenía. Al principio, sólo había un amago agradable, un regusto de inquietud ante lo desconocido. Se sucedieron los meses y aquel acercamiento iba en aumento. Una sensación indescriptible me embargaba, el extraño anhelo de estar con aquella rayita que cruzaba el espacio, la necesidad de notar su universo. Aunque sabía que no podía. Ella y yo estábamos en planos diferentes. ¿Cómo puede una línea de pintura estar conmigo? ¿Cómo puede siquiera pensarlo?

Creí que enloquecía. El problema era que, cada vez que la miraba, cada vez que la notaba, algo explosionaba en mi interior. Cómo me gustaría poder contarles esa emoción. Era como tocar lo imposible con la punta de los dedos, y beber del agua que ya se ha secado, y soñar con bosques que nacerán cuando ya no quede nadie. Era poder resolver problemas matemáticos sin conocer el por qué de la solución, era crear palabras que siempre estuvieron ahí pero que no usaba ninguna persona.

Yo no debía tocar la línea. Quería, y, a pesar de lo narrado, algo me hacía pensar que no era posible. De alguna manera sabía que se comunicaba conmigo. Me hacía ver que lo que hacía yo no era en vano, y me llegaban retazos de sus sentimientos, igual que una débil gotera sobre las baldosas. 'Plim, plim'. Y yo con eso era feliz. Porque entendía que yo no era una raya, y que, aún así, podíamos estar unidos, aún con tanto en nuestra contra.

Un día, sobre la mesa, encontré un papel. Las letras cambiaban de color a cada segundo. "Lo siento mucho", decía, "pero yo no puedo responder a las olas que en tu mar se mueven. Aprecio lo que haces, lo que ocurre es que no puedo dejar que sigas viniendo si esto de alguna manera te provocara dolor".
Aquello me dejó de piedra. No pude más que contestarle que no había cabida para la huida, que quien estaba viviendo el proceso era yo, que había estado yendo a la habitación día tras día. Lamenté ser un humano, y que ella fuese una raya del suelo, pero había cosas que no se podían cambiar. Tampoco cambiaba lo que mi interior experimentaba.

Seguí yendo, año tras año, y, ante mi estupor, me di cuenta de algo. Tanto la línea a la que yo quería, como la de color rojo, se habían expandido por el suelo de la habitación. Cada una ocupaba la mitad del tablero.

Una lágrima de alegría se deslizó por mi mejilla.


https://youtu.be/ub8J5SSn8DA

jueves, 24 de agosto de 2017

Miedo

- ¿Cómo ha estado hoy?

- Hoy, dice... He sentido un huracán que nunca pensé que existía. Me he mirado al espejo y he visto las grietas, los huecos por donde se escapa lo que soy y lo que nunca seré. Oh, usted no lo sabe, y, sin embargo, las mariposas vuelan y vuelan sin cesar, sobre campos que no tienen flores, sobre espinas sin nombre. He notado el precipicio bajo mis pies, y me ha dado miedo. Y yo no le temo a nada, ¿sabe usted? Pero esto, esta sensación que por mi temblor camina... Esta falta de aire y de luz... Debe ser lo que llaman "temor".

- ¿Por qué dice eso?

- Porque es lo que he vivido. Hay cosas que, de lo grandes y hermosas que son, aterran. Y eso me ocurre a mí. Las emociones hacen en mí un nido, y las raíces se extienden, y toda mi alma es succionada. Un péndulo se mueve y poco a poco da la vuelta, sin apenas saberlo. Pues yo soy ese péndulo. He llegado hasta aquí, sin saber cómo, y no puedo salir.

- ¿Es desagradable estar encerrado ahí?

- No... Puedo seguir respirando. Puedo hablar, ¿sabe usted? Crear lo que sea que esto me haga decir. Lo que ocurre es que me asusta la enormidad. Porque sé que esta jaula es para mí solo. Y no quiero marcharme. No puedo. La felicidad me inunda estando en este lugar. Corretea por mi cuerpo igual que una descarga eléctrica. Ha llegado al punto en que necesito sentir esto que de mis entrañas nace. Ay, si mis manos pudiesen hacer magia transformaría en colores vivos los tonos grises. Aunque sé que no puedo. Soy un electrón más que viaja, nunca el centro, un ser falible. El control es una ilusión, y hasta los trenes más viejos cambian de raíl. Yo no quiero cambiar, y, sin embargo, reconozco que muta el alrededor.

- ¿Por qué no se marcha?

- Porque yo no elijo, al igual que tampoco depende de mí que haga sol o llueva. ¿Entiende ahora cual es mi papel? Sólo puedo aprovechar este momento, aspirar el aroma que desprende, y desear que dure lo máximo posible. ¿Entiende ahora mi temor? No quiero que desaparezca nada. No quiero gritar su nombre y sentir el sonido del eco devolviéndomelo. Quiero que, aún siendo lo poco que soy, esa persona note que doy con la totalidad de lo que estos sentimientos provocan en mí.

- ¿Qué harías si no pudieses hacer eso? ¿Qué harías si cambiasen el sol y la luna? Y los planetas dejasen de girar.

- No quiero saberlo. Si llegase ese día, entonces, sólo querría murallas y espino delante mía. Y nadie para escalarlas. Si llegase ese día, ya no tendría miedo. Yo sería el miedo.  

miércoles, 23 de agosto de 2017

Sobre el amor

Hay muchas formas de gestionar lo que se siente, las emociones que invaden y los sentimientos que afloran. Y, sí, aunque no lo parezca, hay más de un camino para tomar ante una misma situación.
También en el caso del amor, aunque sea un tema más complejo.

Pero, lo primero que se debe tener en cuenta, es que el amor lo único que hace es dar, compartir. En el momento en que por tu cabeza pueda pasar algo distinto a eso, desengáñate: No es amor eso que sientes. Si se te cruza por la cabeza hacer daño, obligar a realizar cosas con las que la otra persona no está de acuerdo, tener la necesidad de controlar, etc, eso podrá ser otro sentimiento, pero puedes estar seguro de que no es amor lo que sientes.

Ahora, supón que, después de lo que ya conoces, identificas en tu interior ese sentimiento. Y dudas en compartirlo. Yo te diría que no lo pienses. Si lo sientes, dilo. Compártelo. Puede que no salga bien, dirás. No pasa nada. No estás dando nada malo. Si la otra persona no tiene las mismas sensaciones que tú, no te enfades, no te frustres. Sé que puede ser triste, sé que lamentarás tu suerte. Sin embargo, nadie puede forzar sentimientos, y nadie existe para complacernos. Esos desenlaces ocurren.

Si realmente es amor lo que sientes, aún ante el rechazo, lo único que tendrás es agradecimiento para esa persona que te hace vivir esas sensaciones. Porque, aún sin estar en un punto cúlmen (la reciprocidad), el estado mental que se reproduce es maravilloso. Hay una frase que dice: "Tienes que experimentarlo para entenderlo", y aquí se aplica con totalidad.

No pienses nunca que el amor es una lucha para conseguir a alguien. Las personas no son trofeos. Sufren, piensan y tienen las mismas inquietudes que tú puedas padecer. No existe nada como "el rival" o "el ladrón", eso son estupideces. Olvida las batallas. Lo único que importa aquí es lo que haces tú. Los demás son peones que hacen su juego, pero ellos no tienen la culpa de tus fracasos.

Demuestra lo que sientes por la otra persona, no mientas y muéstrate tal como eres. Si no consigues lo que quieres, no te preocupes: Es normal. Por eso, no caigas en el error de creer que irán a tus brazos por hacer algo que consideres grandioso. Crear lazos es muy difícil, y las telarañas que resultan se pueden destruir de un manotazo. Preocúpate de eso. Tal vez el momento que buscas aparece en el futuro. Tal vez no aparezca nunca.

Aunque, ¿sabes qué? No importa. Verás su risa, respirarás su felicidad y notarás sus huellas. Y, con lágrimas en los ojos, darás gracias por todo. Y, con una sonrisa, sabrás que has dado lo que eres.

Porque no eres otra cosa que lo que das.

https://youtu.be/DG6KmdrXc5s

viernes, 18 de agosto de 2017

Nada

Me senté en la tierra, bajo el sol abrasante, y cogí arena con las manos. Las palmas me ardían, así que dejé de jugar con los granitos marrones. Me detuve un momento para mirar a mi alrededor. No había nada. El mismo paisaje se repetía hasta donde me alcanzaba la vista, un terreno yermo y vacío donde no podía crecer ningún tipo de vida.

Sentí una brisa a mis espaldas, y unas manos suaves tocaron mi piel. Escuché una risa que antes atravesaba kilómetros para llegar a mis oídos. Un olor desconocido se desprendía, y al instante lo sentí cercano, como si hubiera convivido conmigo con el paso del tiempo.

Un rumor sordo inundó el estéril valle. Del manto terrestre surgieron briznas de hierba, húmedas, y numerosos árboles frutales. Naranjos, limoneros y granados. El aroma del jazmín se hizo latente, inundando los sentidos. Tuve que frotarme los ojos. Aquello no podía ser posible. De las entrañas del mundo surgió un río que se quedó a mi izquierda, como si durante toda la eternidad hubiese estado allí.

Unos labios tocan mi rostro, un cuerpo se coloca en mi parte trasera, y unos brazos se cuelgan y rodean con dulzura mi cuello. No veo su cara, pero sé quién es. Acaso esa misma persona creó ese jardín e hizo aparecer el río. Una voz que ahoga en alegría susurró.

- Yo no he creado nada. Tu incertidumbre es la mía.

Pájaros que cantan. Brisa fresca que reta al sol. El ramaje frotándose. Pequeños leones jugando. No entendía lo que ocurría, pero allí estaba. Bajo mis pies, atravesando mis ojos. No pude evitar mirar atrás.
Una casa se alzaba, hecha de ladrillo. Un jardín exterior, con camino de piedras y fuentes inagotables, daban la bienvenida. Decidí entrar. Paso a paso, el ambiente a mi alrededor cambiaba, y algo acogedor me arropaba y animaba. Una enorme puerta con aldabas de madera me detuvieron. No tuve que llamar. Como si me reconociera, se abrió.

Una figura se encontraba sentada, al fondo, con una sombra que tapaba su silueta. Aunque yo sabía quién era. El suelo era mármol, y unas cristaleras reflejaban toda la luz a una parte central de la entrada. Pude ver unas largas escaleras, sinuosas, que se dirigían a una planta superior.

- Gracias por invitarme.- Dije.

- Este lugar no es mío. Creí que me habías dejado pasar tú.

- Entonces, ¿de quién es?

- Tal vez sea de los dos. Tal vez de nadie.

- ¿Te quedarás aquí?

- Es muy probable.

- ¿Qué crees que pasaría con todo esto si nos fuéramos?

- Nada.

https://youtu.be/XLAX_qjdlm8

 

martes, 15 de agosto de 2017

La mano

Hay luces en lugares donde no llega el sol a acariciar. Existen sentimientos que afloran cuando menos lo esperas, en medio del agobio y la ansiedad. Te das cuenta de que hay alguien que salva el día y agradeces a la vida tener ese soporte.
Y, a veces, aunque la intención sea dar, necesitamos recibir, porque las losas pesan y el suelo no siempre es un compañero. Saber que hay una mano ahí, en las sombras, que puede agarrarte cuando notas el vacío bajo tus pies, es una sensación maravillosa.
Claro que, existirán problemas que no podrán tener ayuda, o cuyos medios de acción son limitados. Sin embargo, no importa. Existe un aura de seguridad, porque hay gente que puede impedir que te ahogues aunque no pueda evitar la inundación.
Y, creedme cuando digo que esa sensación es increíble. Saber que nos encontraremos baches y caídas sin sufrirlos solos es algo mágico. Aunque suene tonto. Y, lo increíble, es que tus intenciones no sean salvar únicamente tus propios obstáculos, sino hacer los de la otra persona los tuyos.
Y, al final, lo que aparece agarrándote para evitar que veas el precipicio, es tu propia mano.

lunes, 14 de agosto de 2017

Fuegos artificiales

Era noche cerrada y una música tranquila dibujaba el ambiente. Empezó a recordar cómo se conocieron, y los primeros proyectiles surcaron el cielo, dejando una estela luminosa tras de sí. Pensó en su cara, y las chispas seguían apareciendo, explotando algunas bolas de fuego.

A eso le siguió el sonido de su voz, su risa. Entonces la música cambió y un montón de explosiones llenaron el horizonte. Él se quedaba mirando, maravillado, como si fuese su cabeza la que creaba aquel espectáculo. Aunque sabía que no. Que aquello era una casualidad más, como lo fue el cruzarse con la chica a la que quería.

Siguió mirando, y en su mente se escenificaban noches en vela, hablando, y una sensación de paz y alegría que lograba crear aquella mujer. Una cascada de pólvora barrió la zona. Le sucedieron luces de colores y sonidos ligeros. A veces lo más pequeño, lo silencioso, es lo que perdura.

Estaba allí, sentado, en una terraza, y se imaginó por un momento que ella se encontraba a su lado.

La música dejó de sonar. Notaba el tacto de su piel, el calor que desprendía. Sus labios se movían. Una lágrima se deslizó por el rostro. A lo lejos, decenas y decenas de puntitos eran disparados, y estallaban sin cesar. El tiempo se volvía lento, y veía como todo tardaba en desaparecer.

Probó a pronunciar su nombre, pero no le salían las palabras. Intentó ver su cara en la maraña de colores, pero no aparecía nada tan bonito como para poder formarla. Hizo el amago de tocarla, pero sabía que allí no había nadie. En la distancia, una pausa. “Ojalá estuviese aquí, viendo esto a mi lado”, dijo para sí.

Aunque le gustaba estar solo, había momentos en los que una fiera le devoraba las entrañas y le hacía rechazar aquel estado. Y la bestia había elegido aquel momento para atacar. Y era una situación extraña, porque, ¿cómo echas de menos algo que no has experimentado? ¿Echas de menos la sensación que crees poder sentir? Porque, por imposible que parezca, él echaba en falta el contacto físico con aquella chica.

Se sacudió como para sacarse de la cabeza la melancolía, y se quedó con la mirada fija en un único punto. Entonces, como si algo prendiese en su interior, su corazón le mostró lo feliz que podía ser aún sin que estuviera ella al lado. Una sacudida de emociones y recuerdos le hicieron olvidar la momentánea tristeza. Y, como si lo hubiesen notado, los fuegos artificiales salieron como una exhalación, y colorearon la oscuridad como nunca habían hecho antes. Los ojos de él brillaron mientras veía el escenario, y una sonrisa se colocó en su rostro. Fue en ese instante cuando pudo decir el nombre.

– Clara.


viernes, 11 de agosto de 2017

Centrales

He vuelto a ver
los rayos de luz,
la brisa por la ventana.

He vuelto a creer
que el agua limpia,
que las olas navegan.

Recuerdo los campos
que nunca existieron,
la vida que emana.

Recuerdo una historia
que nunca sucedió,
la ilusión que impregna.

Una ficha se mueve
y todo el tablero cambia,
y todo el mundo ilumina.

Una foto se mueve
y los fuegos estallan,
y los hilos se acercan.

Quiero caminar contigo,
bajo el manto del sueño, 
bajo estrellas y deseos.

Quiero sentarme contigo,
sobre baúles de pesadillas,
sobre problemas y ruidos.

Esta electricidad que nace
destruirá la noche,
alumbrará el día.

Y de mis manos la corriente
continuará sin cesar,
electrón a electrón.

Eres mi fuente de energía. 

https://youtu.be/zedvjE-ezU4