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lunes, 16 de mayo de 2016

La culpa cambia de manos

- ¡Mira por donde vas, cenutrio!.- Espetó un hombre.

Miguel Ángel iba por la calle, camino de su casa después de su jornada en la universidad, y se chocó con un joven que iba corriendo. Lo que le sorprendió fue que el indignado no era otro sino el que había causado el agravio. Por ello se calló y lo vio alejarse.

Al poco rato, otra persona, con gafas de sol, sombrero negro y bien vestida, apareció corriendo. Aunque ésta vez no hubo ningún roce.

Semanas después, mientras leía el periódico durante el desayuno, observó una noticia que se vio tentado a contar a su mujer.

- Mira lo que dice aquí. Ha aparecido un joven muerto a pocas calles de aquí. Alguien le aplastó la cabeza en el cerviguillo*. Parece ser que le hicieron abrir la boca en el borde y le pegaron una patada. Es el mismo muchacho que se tropezó conmigo la otra noche.

- ¿Lo conocías?

- No, sólo nos vimos una vez. Pero son cosas que impactan, ¿sabes? Quizá yo fuese una de las últimas personas en verlo con vida.

En eso estaban, cuando sonó el timbre. La mujer, que se encontraba de pie, fue a abrir. Desde el asiento, a Miguel Ángel le llegaron las voces.

- Buenos días, señora. ¿Se encuentra su marido en casa? Querríamos hablar con él.

- ¿Mi marido? Bueno, sí, pero... ¿Qué ocurre?

- Nada malo, se lo aseguro, sólo queremos hacerle unas preguntas. ¿Podemos pasar?

- Sí, claro. Adelante.

Se escucharon los pasos, y el "clonk" de la puerta al cerrarse. Antes de poder pensar en quién podía ser, Miguel Ángel vio a dos policías uniformados delante suya.

- ¿Es usted Miguel Ángel?

- Sí, así es. ¿Qué ocurre?- Inquirió, preocupado.

- Antes de nada, quisieramos presentarnos. Él es el agente Pepe, y yo me llamo Javier. Somos del departamento de homicidios. Está usted bajo sospecha de asesinato de José Carlos, un ex-convicto que estaba en el programa de protección de testigos.

- Pero, pero... ¿Por qué yo?

- Alguien lo vio a usted la noche del asesinato con la víctima. De todas formas, aclararemos esto mejor en el cuartelillo. Venga con nosotros y no intente nada raro.

- De acuerdo, de acuerdo. No tardaré en volver, cariño, seguro que es todo un error.

Así, lo metieron en el coche y se lo llevaron al cuartel. Allí, en una habitación preparada para los interrogatorios, lo metieron. Era un cuarto oscuro, con una lamparita potente, en la que aguardaba un hombre sentado.

- Traedlo aquí y ponedle las esposas. Después marchaos y que no entre nadie.- Dijo con voz grave.

- Sí, don Adriano.

Los policías obedecieron la orden y, tras colocarle las esposas, se marcharon.

- Bueno, Miguel Ángel, si es que te llamas así. Ahora mismo me vas a contar quién te dio la información de que José Carlos estaba en protección de testigos.

- ¿Pero cómo quiere que lo sepa? Si yo no le he hecho nada...

- ¿Niegas haber estado con la víctima en la noche del crímen?

- No, pero...

- Entonces no hay ningún pero. No estoy aquí para juegos. He mirado tu expediente y estás limpio. Tú no eres al que buscamos, queremos al que hay por encima tuya. Si me lo cuentas te solteramos. Si no... Mucho me temo que te quedarás aquí bastante tiempo, como culpable de asesinato en primer grado.

- Eso no puede ser, quiero a mi abogado ahora mismo.

- Claro que sí. Toma, ahí tienes el móvil. Si puedes, llámalo.

- Pues quíteme las esposas primero.

- No tengo las llaves. Lo siento.

Pausa.

- ¿No quieres llamarlo? Bien, entonces sigamos nuestra conversación.

Miguel Ángel sentía un sudor frío cayéndole por la espalda. Algo le decía que aquello no iba bien y que no debía estar pasando.

- Bien, al parecer José Carlos había molestado a miembros del ćartel Mojo Picón y eso ha activado todos los mecanismos para eliminarlo. Por tu culpa ahora yo me tengo que comer el marrón de su muerte, porque los gringos están que trinan. Así que, o me dices quién te envía por las buenas, o por las malas. Sólo quiero un nombre, una dirección, algo sólido, y podrás irte a tu casa.

- Vi a un hombre. Un hombre vestido de negro, con traje y sombrero.

- Sí. ¿Qué más?

- Ya está. Ese hombre iba corriendo. No pude verle bien.

- ¿Te crees que soy tonto y me chupo el dedo?- Inquirió mientras le daba un guantazo.

- ¡Pero bueno! ¿Qué clase de policía eres para hacerme eso? Cuando salga de aquí te voy a meter un puro que pa' qué.

- Pues soy uno con inmunidad. Así que te vas callando, chisgarabís miserable.

Miguel Ángel se quedó mudo. No entendía cómo aquel hombre no se daba cuenta de que si él fuese el asesino se habría largado ya de allí. Sin embargo, Miguel ángel desconocía que, a cientos de kilómetros de allí, el asesino de José Carlos, un capo conocido por el nombre de Senior, realizaba otro trabajo para el cártel.


Feliz cumpleaños Miguel Ángel :)




Palabras clave: Chisgarabís, cenutrio y cerviguillo.

*Cerviguillo: En este caso, expresión popular que significa "borde de la acera".

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