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sábado, 30 de abril de 2016

Un nuevo amanecer

La alegría se escapa como el agua que recogen mis manos; quizá soy un recipiente inadecuado. Tras la cortina se ven los ojos que observan y vigilan; y, al igual que semillas en el granero, guardo las palabras que no pueden ser olvidadas.

No soy fuerte, nada lo es. Hasta la imponente montaña se vuelve cañón. Hasta la roca más poderosa torna en arenilla, horadada por el agua y el viento. Las corazas sólo son monstruos que detienen bestias; un enemigo que abate posibles peligros. Y eso no sirve. La espada del doble filo es sangrienta a más no poder. ¿Dónde he dejado tiradas mis viejas ilusiones?

Espero un mes que se aproxima, largo como los días y corto como la vida. Entre la maleza del recuerdo existe una mujer que peleó y que aún se corta; y allí donde los caminos se rompieron supimos mantener un pie al lado de la línea.

Rodeados de paraísos perdidos seguimos pisando la misma tierra que juramos defender, y las olas que derriben el barco serán las últimas. Tal vez se convierta en una armadura si mi cuerpo es su espada; en el filo del olvido necesitamos la voz de la llama.

Voy en su busca, y quiero pensar que yo soy buscado; entre los pasos que avanzan y los que retroceden hay un trecho. Puedo entregar más de lo que hay en los muros y la tinta; y a cada dicha responderé con otra mayor. Pero si mis manos tocan ceniza y mis labios besan cristales, entonces me ahogaré en otros mares. Y no arrastraré a nadie a las profundidades.

El arcoiris nunca refleja el negro de tus ojos.


https://youtu.be/XbthRHKOuo8

martes, 26 de abril de 2016

Las dos puertas


Yo también viví cuando
los aullidos del lobo
inundaban el bosque,
helaban las venas.

Encontré las piedras
allí puestas, en fila,
sobre las viejas ilusiones
de un viejo continente.

Vinieron conmigo
acompañantes crueles,
y me dejé familia atrás,
no se puede elegir.

Vinieron conmigo,
aunque yo no quise:
sobre mi hombro, el miedo,
sobre mi cabeza, el hambre.

No monté en los barcos
de la sal y la locura,
de la huida hacia delante,
nunca pude pagarlos.

La costa de Kos es sólo
otro despeñadero,
el primero de muchos
que aguardan detrás.

No, yo no monté, quise
gastar esta suela de piel
llena de rajas y sangre,
besando el pasado.

Había vallas tras las rocas,
pero yo las trepé,
aunque el rumor lejano
del guardián acudía.

Escuchaba los cuernos
de guerra llenar el cielo,
las manos desconocidas
sujetando las ganas de seguir.

Me golpearon, es cierto,
entre los maizales
también caminan los
soldados de la tierra.
Y atrapan las voces,
los gritos angustiosos
han sido un eco eterno
sobre los oídos del mundo.

También los niños
juegan a sobrevivir,
allí donde las reglas
las ponen otros jugadores.

Y espero aquí, sentado,
frente a una puerta
que no puedo ya abrir,
inexpugnable salvación.

Un juez al otro lado
dictará sentencia a mi
despreciable delito:
abandonar la muerte.

Y entre la miseria que
trae el barro, aparece
la vida que se avergüenza,
que se debate.

Las serpientes más peligrosas
no reptan sobre las manos
de los infantes que fallecen:
se esconden lejos.

En el suelo yacen las lágrimas
de los que cayeron por el camino,
las súplicas de los que
se quedaron a la espera de noticias.

Y por las noches llegan
siete jinetes oscuros,
arrasando la moral y la fuerza,
con sus espadas invisibles.

Dicen que llevamos marcado
un estigma, una huella, y es
que en el imperio de la suerte
nacimos en otro sitio.

Pero, dejadme,
¿es que no lo veis?,
el odio y la indiferencia
matan más que las bombas.

Cerraré los ojos una vez
más, deseando que al
despertar, las puertas
que se hayan abierto
no sean aquellas que
guarda San Pedro.

lunes, 25 de abril de 2016

#YoIBEXtigo con La Marea

Hoy haré un paréntesis para informaros de que La Marea (para quien no lo sepa, es un periódico independiente, económicamente hablando, de España) ha iniciado hace poco un proyecto de crowfunding para poder realizar aquello denominado como "periodismo de investigación" y que somos poco dados a conocer en este país.

En este caso, la idea es poder establecer una relación entre las grandes empresas del país (del IBEX 35, de ahí el nombre) y miembros de la política, todo ello de forma detallada. Además, si se consigue a la cantidad óptima de dinero, podrán realizar investigaciones suplementarias. Todo ello viene con más detalle en el enlace que pondré al final.

Yo he participado, y se puede donar la cantidad que se desee a partir de 1 euro (podéis pagar en otras divisas si no sois de España). Además, hay un sistema de recompensas al que podéis optar elegiendo la que queráis (hay más información en la página del proyecto haciendo click en "Recompensas") y va desde los 3 hasta los 1.000 euros.

Y nada más, he querido compartirlo, aunque se salga un poco del guión, porque creo que hacen falta iniciativas como esta, en las que haya libertad de acción, sin estar pendientes de si se molestará a tal o a cual persona a la hora de contar ciertos detalles.

Si podéis, apoyadlo, por sólo un euro podéis marcar una diferencia. Y si no, al menos difundidlo.

https://goteo.org/project/yoibextigo/participate#invest-88187

PD: Hay otros proyectos activos en la plataforma, por si os interesa alguno, aunque yo haya traído éste, hay varios que son interesantes.

lunes, 11 de abril de 2016

¿Para quién escribo?

¿Para quién escribo?, me preguntaba el cronista, el periodista
o simplemente el curioso.


No escribo para el señor de la estirada chaqueta, ni para su bigote
enfadado, ni siquiera para su alzado índice
admonitorio entre las tristes ondas de música.


Tampoco para el carruaje, ni para su ocultada señora
(entre vidrios, como un rayo frío, el brillo de los
impertinentes).


Escribo acaso para los que no me leen. Esa mujer que
corre por la calle como si fuera a abrir las puertas
a la aurora.


O ese viejo que se aduerme en el banco de esa plaza
chiquita, mientras el sol poniente con amor le toma,
le rodea y le deslíe suavemente en sus luces.


Para todos los que no me leen, los que no se cuidan de
mí, pero de mí se cuidan (aunque me ignoren).


Esa niña que al pasar me mira, compañera de mi
ventura, viviendo en el mundo.


Y esa vieja que sentada a su puerta ha visto vida,
paridora de muchas vidas, y manos cansadas.


Escribo para el enamorado; para el que pasó con su
angustia en los ojos; para el que le oyó; para el que
al pasar no miró; para el que finalmente cayó cuando
preguntó y no le oyeron.


Para todos escribo. Para los que no me leen sobre todo
escribo. Uno a uno, y la muchedumbre. Y para los
pechos y para las bocas y para los oídos donde, sin
oírme, está mi palabra.


II
Pero escribo también para el asesino. Para el que con
los ojos cerrados se arrojó sobre un pecho y comió
muerte y se alimentó, y se levantó enloquecido.


Para el que se irguió como torre de indignación, y se
desplomó sobre el mundo.


Y para las mujeres muertas y para los niños muertos,
y para los hombres agonizantes.


Y para el que sigilosamente abrió las llaves del gas y la
ciudad entera pereció, y amaneció un montón de cadáveres.


Y para la muchacha inocente, con su sonrisa, su corazón,
su tierna medalla, y por allí pasó un ejército de
depredadores.


Y para el ejército de depredadores, que en una galopada final fue a hundirse en las aguas.

Y para esas aguas, para el mar infinito.

Oh, no para el infinito. Para el finito mar, con su limitación
casi humana, como un pecho vivido.


(Un niño ahora entra, un niño se baña, y el mar, el
corazón del mar, está en ese pulso.)


Y para la mirada final, para la limitadísima Mirada Final,
en cuyo seno alguien duerme.


Todos duermen. El asesino y el injusticiado, el regulador
y el naciente, el finado y el húmedo, el seco
de voluntad y el híspido como torre.


Para el amenazador y el amenazado, para el bueno y el
triste, para la voz sin materia
y para toda la materia del mundo.


Para tí, hombre sin deificación que, sin quererlas mirar,
estás leyendo estas letras.


Para tí y todo lo que en ti vive,
yo estoy escribiendo.


Vicente Aleixandre.

viernes, 8 de abril de 2016

Aún permanezco

He cambiado los muñecos de la fortuna por una senda que sigue en línea recta, un paisaje que, si bien cambia, no muestra nada diferente. Si llueve, abro un paraguas; si hace sol, voy ligero de ropa. Nada me detiene, ni tampoco yo detengo a nadie en el camino.

Aprendo cosas, pero una termita carcome el nido, pues la sensación de que otras posibles situaciones proporcionan un abanico más amplio de experiencias inunda el suelo. No me pierdo en otros ojos. Ningún faro ilumina los míos. Los personajes cumplen su función fuera de las fronteras que ya he dejado de defender, ante la triste situación de aridez que pueblan los dominios interiores.

Giran y giran los cambios alrededor de un cuerpo que no avanza, ni se detiene. Y volveré a notar en la piel unas órbitas que atraen a la vez que rechazan, donde las emociones un día florecieron y fueron aplastadas por el zapato del miedo.

No me siento solo, es cierto, a pesar de que la soledad vigila la puerta y duerme en mi cama. Sigo construyendo mis murallas, dejando de lado aquellos gigantes con pies de barro que se rompían al poco de echar a andar. Sé lo que busco, pero no lo encuentro. También sé que dejar de buscar no sirve, porque nada cae del cielo, salvo, tal vez, el agua.

Habrá que aprovechar aquello que nos mantiene a salvo.