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domingo, 1 de marzo de 2015

La abogada

- ¿Cómo le fue ayer el día señorita N? ¿Siguió mis consejos?
- Bueno... Intenté hacerlo, pero no tuvieron efecto. Volví a romper cosas. Me han abierto un expediente. Suspendida de empleo y sueldo durante un mes.
- ¡Pero eso es terrible! ¿Qué ocurrió?
- Ya le conté que nos habían puesto por parejas para realizar el seguimiento del juicio a la farmaceutica Kronos, ¿no? Pues, mi compañero y yo, somos dos caras de la misma moneda. Él cruz, y yo cara. Es la persona más insensible que me he encontrado en todos los años que llevo ejerciendo la abogacía. Solo piensa en el beneficio, y le da igual todo lo demás. Y eso choca completamente conmigo.
- Por eso le dije que intentase abstraerse, pensar en otra cosa, e intentar llevarse bien con él a pesar de sus diferencias. Son compañeros de trabajo. Lo personal debe apartarse.
- Lo sé, lo sé, pero... Lo que ocurrió ayer pudo conmigo.

Respiro hondo, y comienzo a narrar lo sucedido.

- Verás, paralelamente al juicio pendiente, estuvimos estudiando el resultado de otro procedimiento con la farmacéutica Shini-GMI, quién comercializó un medicamento que provocaba focomelia a los bebés, pues se usaba para calmar las náuseas en período de embarazo. El caso es, que este resultó favorable para la farmacéutica en España, y, aunque es uno de muchos casos, mi compañero expresó abiertamente que era normal esto, pues no había negligencia alguna por parte de la farmacéutica. Que todo era, responsabilidad de quien compró el medicamento sin informarse bien de sus posibles efectos.

Me detuve un poco, frenética como estaba, con la ansiedad dominando el pecho, y la música de la intranquilidad retumbando en mi cabeza.

- Fue ahí, cuando, ajena a cualquier control de mi cuerpo, comencé a derribar cosas. La mesa, por los suelos. Las sillas, lanzadas contra los armarios. Las tazas del café, hechas añicos, con el líquido corriendo sobre pavimentos de papel y oscuridad. Me sujetaron los compañeros. Algo me había invadido. Dormido como estaba, aquellas palabras despertaban el monstruo que descansaba en mi interior.

Me detuve. Estaba sudando. Revivirlo todo no me hacía ningún bien. sobre todo cuando volvía atrás.

- Comprendo... Pero, no debería tomarse así las cosas señorita N, trae problemas, como ya has visto. No dejes que la sensibilidad controle tu cabeza. Tienes que mantenerte firme. Ten, te recetaré unas nuevas pastillas, ven a verme mañana, cuando estés más calmada.
- Está bien. - Suspiré, contenta de que aquello acabase.

Lo que no sabía la psicóloga, es que el hermanito de N murió por una malformación en la cabeza, que conforme iba creciendo, le iba aplastando el cerebro. Quizá el juzgar, y el hablar sin conocer realmente lo que hay detrás sea lo que crea locos donde no los hay, y cuerdos donde solo hay locura.

Para Nuria.

Palabras clave: Indómita, temperamental, sensible.

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