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jueves, 31 de octubre de 2013

Northumbria

Volvió. Se acercó desde los árboles, pisando lentamente el musgo del bosque.  Esbozó una sonrisa y se quedó allí, mirándome, como un animal asustado que se ve reflejado en los ojos de un depredador. Llevaba un vestido blanco desarraigado, y el pelo se movía junto con el viento, desordenado, como varias madejas de hilo esparcidas al azar.

-¿Dónde has estado?-Alcancé a preguntar.
-He estado viajando.-Susurró.
-¿A qué lugares?
-Estuve en la Sima de la Libélula. Allí dentro, de noche, el viento hace un ruido potente, y martillea la cabeza, causando un dolor constante. Y, al mirar al fondo, aparecían luces cegadoras que anulaban los sentidos.
Cuando me marché de ahí, visité la Laguna Profunda. Una y otra vez sonaban cánticos desde el fondo del agua, tristes melodías que me hacían llorar. Pasaba las noches sin dormir bien, y las ojeras se cebaban en mí cuando podían. A veces conseguía calmarme con las hierbas medicinales que crecían alrededor, pero no eran lo eficaces que me hubieran gustado.

Silencio. Se extienden como un manto los gritos de la mudez. Hasta que se rompe.

- ¿Por qué volviste? ¿No te gustó el viaje?
- No hice el viaje por gusto. Me perdí. Los cuervos rompieron todas las señales que me llevaban hasta aquí. No sé cómo te he vuelto a encontrar.

Se acercó más a mí, y le cubrí con el brazo. Era una imagen, cuanto menos, curiosa. Yo iba ataviado con ropa de color negra, para camuflarme en la noche; mientras que ella iba de blanco, para hacer que el mundo suspirase por ella.

- Te he echado de menos todo este tiempo, ¿sabes? El bosque se vuelve un tétrico escenario cuando viajas en solitario, y ni siquiera los lobos que amansabas con tu mirada me dejaban el camino libre en las horas más duras.- Murmuré.

- Yo me sentía extraña, como si un enorme monstruo saliera de mis entrañas y devorase la alegría durante lapsus de tiempo considerables. ¿Cómo pudieron cortarse las cuerdas de cristal?-Suspiró.

Nos tumbamos en el musgo, bajo los árboles, y juntamos nuestras cabezas. Cerramos los ojos y, mientras caigo en las redes del sueño, no puedo evitar pensar que, si tengo vivencias del subconsciente, y las tengo con ella, entonces, todo no es más que un sueño dentro de otro. Pero, al fin y al cabo, sigue siendo una sensación real.

 "Nuestros cuerpos son los países de este mundo y no las fronteras que aparecen en los mapas con los nombres de hombres poderosos"



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