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martes, 17 de septiembre de 2013

Cuatro objetivos, y una sola bala en la recámara. El punto de mira, preciso, pero agentes externos pueden mover la trayectoria del proyectil. Uno no sabe si disparar, o dar media vuelta y dejar todo como estaba.

Se puede cazar con las manos, me dicen. Pero no cuentan que es más fácil que la presa escape. La mente se bloquea, las diversas opciones que surgen de repente son abrumadoras. No eres un cazador experto, pero siempre te has fijado bien en todas las cosas, y precisamente ese es el error. Empiezas a observar, y te das cuenta de que no puedes disparar a un solo blanco, porque es difícil elegir, y en tu interior sabes que no puedes simplemente cerrar los ojos y escoger al azar.

Pero si no haces nada, te quedarás solo en el bosque, el tiempo moverá de su lugar a sus criaturas, pues es caprichoso, y, del mismo modo en que a veces no nos muestra presa alguna, en otras ocasiones, como ahora, muestra a varias de sus hijas, y solo nos cede una.

¿Qué hacer, pues, ante la duda? Disparar, disparar como sea. Aunque la bala se incruste en el árbol y las dianas vivientes se marchen. Total, solo puedes ganar, la pérdida ya la tienes como punto de partida.

http://youtu.be/TGRHO_yUTE0

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